“A poner patas arriba todo lo que damos por sabido” es la invitación de Merlí a sus estudiantes, los peripatéticos. Así comienza la aventura que ha capturado la atención de millones de televidentes en todo el mundo, la del profe de filosofía de un instituto público de educación media en Barcelona y sus estudiantes. La serie que lleva su nombre se ha vuelto todo un éxito después de que Netflix comprara los derechos de reproducción en 2016. Pero Merlí nada tiene que ver con la imagen del profesor de Königsberg, Inmanuel Kant, cuya puntualidad permitía sincronizar los relojes de acuerdo con sus pasos.
Después de superar el millón de espectadores en su país de origen, la prensa española reportó que sus creadores no podían imaginar el alcance que tendrían las historias de las aulas del “insti”. De hecho, los medios locales latinoamericanos atribuyen a Merlí el haber “democratizado” el conocimiento sobre autores como Rousseau, Hegel y Heidegger. El modo irreverente del “profe de filo”, como le llaman, causa urticaria a más de un académico, mientras que otros celebran que, aunque de un modo discutible, sirva para poner el tema sobre el tapete.
EL REGRESO DE LA FILOSOFÍA A LAS AULAS DOMINICANAS COMO PARTE DE LOS CONTENIDOS DE LA NUEVA JORNADA EXTENDIDA ES UN PRIMER PASO AUSPICIOSO, AUNQUE EL CAMINO DE SU APLICACIÓN NO DEJA DE TENER ESCOLLOS
A pesar del aparente impulso, logrado gracias a los medios masivos y el entretenimiento, lo cierto es que la filosofía es un saber incómodo de colocar en el mundo contemporáneo, cuestionado por una pregunta lapidaria sobre su utilidad. Su espacio en la agenda escolar y en los distintos ámbitos de transmisión de conocimiento ha sido difícil de defender, aunque nadie desdeña a la “madre de todas las ciencias” y se considera imposible que muera mientras exista el homo sapiens.
Al final, el cuestionamiento más importante que se plantea tiene que ver con la educación, ¿Tiene sentido mantenerla en el currículo del bachillerato como una asignatura obligatoria? ¿No será una pérdida de tiempo, con lo mucho que hay que enseñar a los jóvenes? El debate juega al escondite, ocultándose y emergiendo hacia la atención pública. En España su reincorporación fue aprobada a mediados de octubre a través de tres asignaturas obligatorias y comunes a todas las modalidades del bachillerato: Ética, Filosofía e Historia de la Filosofía. Mientras que en Chile recientemente fue eliminada; el Mercurio de Santiago recogía en agosto de 2018 una carta firmada por académicos que alertaban sobre el aparente despropósito de desmantelar las humanidades del plan común de enseñanza media. En República Dominicana, la filosofía como cuerpo de conocimientos, fue eliminada del currículo hace cerca de 30 años, con el Plan Decenal de Educación. Se entendió que, como conjunto de destrezas y habilidades, debía ser considerada un eje transversal y permear todas las disciplinas, razón por la cual se hacía innecesaria como asignatura troncal. El resultado al cabo de tres décadas no luce demasiado alentador. Hay mucha tela por donde cortar sobre la educación dominicana y los “sastres” abundan.
Pero la insistencia por la reconsideración de este tema se ha mantenido viva gracias a la perseverancia de profesionales, algunos docentes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y otros agrupados en la Asociación Dominicana de Filosofía. “Estamos hablando de una lucha de al menos 15 años”, indica Leonardo Díaz, militante y entusiasta filósofo dominicano, ex director de la escuela de Filosofía de la UASD y docente del INTEC. Una lucha a la que le ha faltado prensa y una sociedad civil sensible a este tema, reconoce Díaz, quien desde distintos foros ha mantenido la antorcha encendida junto a un grupo igualmente tenaz de colegas.
“LA ENSEÑANZA FILOSÓFICA DEBE SER PRESERVADA O EXTENDIDA DONDE EXISTE, CREADA DONDE NO EXISTE AÚN Y NOMBRADA EXPLÍCITAMENTE “FILOSOFÍA”.”
UNESCO: DECLARACIÓN DE PARÍS POR LA FILOSOFÍA, 1995
Un documento de 2007 recoge una reunión de alto nivel, auspiciada por la UNESCO y celebrada en Santo Domingo, sobre la enseñanza de la filosofía en América Latina y el Caribe. La iniciativa de la UNESCO se inscribía entonces en la línea de enarbolar este saber para promover una cultura de la paz a través del diálogo, el debate y, por ende, el ejercicio de las herramientas de superación de conflictos. En ese momento, desde los ministerios de Educación (MINERD) y de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT) se defendía la transversalidad, en consonancia con lo planteado por el noruego Jostein Gaarder, autor del best seller “El Mundo de Sofía”.
En una entrevista reproducida en marzo de 2018 en el blog “Filosofía & Co”, Gaarder comentó sobre la eliminación de la asignatura del currículo de secundaria de España: “No parece una decisión muy sabia (pero) veo alternativas y pienso que la filosofía puede emerger en otras asignaturas, pues hay implicaciones filosóficas en todas ellas. Lo más importante es que en la escuela los profesores tengan una educación filosófica. En mi país, en un sistema heredado de la Edad Media, no importa que estés estudiando derecho, idiomas o medicina: tienes que aprobar un examen de filosofía”.
¿Es este planteamiento válido para República Dominicana? A juicio del profesor Díaz, en nuestro caso “el eje transversal es un eufemismo; es la manera políticamente correcta de eliminar una disciplina, especialmente si se considera que en el sistema educativo local los profesores carecen de la formación necesaria para relacionar los temas de las propias áreas del saber con las cuestiones filosóficas que éstos generan. Necesitarías, por ejemplo, profesores de biología capaces de inferir las consecuencias filosóficas de la teoría de la evolución”.
“Tampoco ha existido la voluntad política de desarrollar disciplinas que fomenten la actitud crítica de la ciudadanía”, insiste el profesor dominicano. En un artículo en el diario Acento, Díaz escribió: “El retorno de la filosofía al bachillerato español no solo es un triunfo de los defensores del pensamiento crítico en España, sino también de todos los que en distintas partes del mundo combatimos la avanzada neoliberal e insistimos en recuperar, en esta época de culto a los saberes utilitarios, los saberes de la urbanidad”.
Del mismo modo se expresa Mabel Artidiello: “El arte de hacer preguntas, la curiosidad que sustenta el pensamiento filosófico, es vista como “peligrosa”, agrega la profesora de Quehacer científico, y de Ética y estética para la carrera de Cine y Comunicación Audiovisual del INTEC.
Dicho al modo Merlí: “La filosofía y el poder tienen una tensión sexual no resuelta”. Recientemente Almudena García, directora de Ludus, un directorio de escuelas que ofrecen pedagogías alternativas en España y autora del libro “Otra Educación ya es posible”, advertía en una entrevista recogida por Educación 3.0: “Queremos que los que son hoy niños se conviertan en ciudadanos activos y críticos de una sociedad democrática, con capacidad de diálogo, que sean empáticos, pero a la vez se ningunean la historia, la literatura y la filosofía, y los currículos están tan sobrecargados que apenas hay tiempo para profundizar o debatir. Es un contrasentido”.
Díaz reconoce que reintroducir la filosofía en los planes de estudio implica superar un primer gran escollo: una inversión millonaria para habilitar o incorporar docentes. “Nuestra estrategia desde el comienzo fue promover que se reintrodujera impartida por profesores de Ciencias Sociales entrenados en diplomados de filosofía”. Con el diseño de la Jornada extendida se coló la oportunidad de oro que los combatientes filósofos esperaban. En las horas adicionales de vida escolar hacía falta contenido así que, paulatinamente, han comenzado a incorporar la enseñanza de filosofía en esos centros. Lograr un cambio de paradigma es, a juicio de Díaz, el siguiente escollo. “Creemos todavía que el desarrollo es un proceso lineal y que debemos seguir la ruta de las naciones más avanzadas. Así, debemos primero resolver los problemas del subdesarrollo para luego abordar los problemas de lujo que, según algunos, son los que abordan las humanidades. En cambio, el gran desafío es que tenemos que abordar todos los planos al mismo tiempo”, señala Díaz.
En un blog titulado Filosofers, una chica de treinta años licenciada en filosofía, define a los “filosofers” como los raritos, los inconformes. Nerea Blanco está detrás de una iniciativa que poco tiene que ver con academicismos. “Pensar y cuestionarse no es incompatible con hacer cosas divertidas”, dice. Nerea es millenial y su proyecto es un poco de todo: una tienda online de camisetas y gorras con frases y retratos de filósofos, un ejército de colaboradores a los que llama el Army. El salir del caparazón de la filosofía académica parece asustar a los filósofos, que tienden a ser recelosos del uso de los espacios públicos de expresión porque entienden que desvirtúa su trabajo. En Filosofers, Nerea es más dura: “En la academia se dedican a fagocitarse a ellos mismos. Han dejado de mirar al mundo para comentar lo que otros filósofos dijeron en el pasado. Se repliegan sobre sí mismos creando un mundo en el que nadie más puede entrar (con un lenguaje cada día más oscuro) y que además a nadie le interesa”. Díaz coincide, “Las ciencias son saberes especializados; la filosofía no. El filósofo se replegó y se conformó a sí mismo como la versión humanística del científico académico. Y así abandonó su vocación original. No se trata de volvernos coachs, sino de dar cuenta de la problemática que nos afecta, dar cuenta de nuestro tiempo”, apunta.